jueves, abril 21, 2005

La excusa perfecta

Aunque mucha gente no se da cuenta, cosas tan sencillas como un cumpleaños pueden ser la excusa perfecta para decirle a alguien lo mucho que te importa; no hablo de pomposos regalos, ni de hermosas palabras hilvanadas con la suave musicalidad de la prosa poética, sino de algo bastante más profundo.

Todos necesitamos que los amigos nos hagan de vez en cuando una caricia emocional, un PING cariñoso que nos demuestre que siguen ahí, que les gusta vernos sonreír y que el día que por un tropezón tonto caigamos en un charco nos prestarán su ayuda en forma de toalla. Por desgracia, a menudo nos olvidamos de hacer esos gestos, tan liados como andamos entre las clases, los ensayos y los trabajos.

Afortunadamente, a veces se presentan excusas perfectas para no olvidarse de estas cosas. No se trata de decir que hoy te quiero más porque es tu cumpleaños, sino de darme con la palma de la mano en la frente y caer en la cuenta de que hace tiempo que no te lo digo.

Felicidades, o mejor aun, felicidad para ti. Te la ganas día a día.

jueves, abril 14, 2005

Mi MT

Conozco a una MT (máquina de tabaco) que bien podría ser una Máquina de Turing por lo que cambia de estado.
Os puedo asegurar que no la he prejuzgado una vez sino cuantro o cinco y todavía me pregunto si después de 5 años intentado saber si lo de cordero es la piel o el completo todavía estoy en ascuas.
Mi MT empezó diciendo "su tabaco, gracias" pero poco a poco aprendió frases como "el tabaco mata" y similares que no acabo de tener claro si lo hace porque es cordero realmente o porque el lobo que reside dentro quiere todo el tabaco para sí mismo.
Siento ser tan retorcida pero me gustan tanto las metáforas que yo misma me he convertido en una.

miércoles, abril 13, 2005

¿Cómo podría decirlo?

La idea me rondaba desde hacía horas. No sabía muy bien cómo escribirlo; siempre el reto de la hoja en blanco, el formulario en blanco, la mente en blanco.
Comenzaba escribiendo algo. Lo borraba. Volvía a empezar. Lo mismo.
Las palabras me fallaban como pocas veces lo habían hecho en mi vida. Frustración.
De vuelta a empezar. «Joder, necesito que sea perfecto» pensé.
Podía sentir el tiempo latiendo en mis sienes y el sueño llevarse mi conciencia sorbo a sorbo; justo lo contrario de lo que necesitaba para poder exprimir al máximo mi dominio sobre la letra escrita, para sacar de mi interior lo que quería que entendieran. Tenían que entenderlo de una forma tan extraordinariamente cristalina que jamás pudiera haber una malinterpretación o duda sobre lo que sentía en el momento en el que lo dije.
Cuando dices o haces las cosas, tienes que ser lo suficientemente responsable como para hacerte cargo de ellas en el futuro, tanto si todo va bien como si todo va mal. Eso no me preocupaba, lo que iba a decir difícilmente iba a tener vuelta atrás, incluso a través de la distancia o del tiempo.
La hoja en blanco. Comenzaba a sentir el frío de la noche arañándome la espalda. Un escalofrío en la nuca. La mente en blanco. Otro escalofrío más.
Un diminuto mosquito chocaba una y otra vez contra el resplandor de la pantalla. Como yo, dándome de cabeza una y otra vez contra el fondo blanco.
Me sentía solo en la lucha, el formulario en blanco contra Emilio Molina. Él era más grande, más rápido, más fuerte y más blanco que yo. Retrocedí espantado.
Entonces lo toqué, estaba a mitad de camino entre mi cerebro y mi corazón.
Cielo santo, había estado ahí todo el rato y era tan fácil...
Con un movimiento rápido, la página en blanco sucumbió para siempre. Las dos palabras que habían acabado con ella le quedaron tatuadas en la frente.
Decían:

OS QUIERO

sábado, abril 09, 2005

El sentido común de las momias

No acabo de entender si la gran mayoría carece de sentido común o el mío no es tan común. Puede que se trate de lo segundo. Como Zapatero debía de pensar esta mañana: “quién me habrá dado vela en este entierro”.

El otro día murió un enfermo de afecciones que no sé enumerar ahora mismo. Vamos, que estaba muy chungo...

Hace un par de semanas murió un vecino relativamente joven, por cosas de la vida, dejando familia y viuda desolada. No creo que llegaran a cientos las personas que acudieron a su entierro.

¿Alguien es capaz de contestarme por qué la crónica de una muerte anunciada ha movilizado a millones de personas y aún peor ha animado la economía italiana? Yo realmente consideraba más sorprendente el hecho de verlo todavía vivo.

Modo irónico on (como diría Eru).

Gastamos miles de euros en ver a un muerto que en vida predicaba la ayuda a los pobres con viajes carísimos y un estado que reparte por el mundo obispos como el de Castellón que ha reducido el salario a párrocos nobles para pagar sus deudas de inversiones en bolsa.

Una persona que en vida estrechaba la mano sucia de Mª Teresa de Calcuta y la insultaba diciendo “estamos en la misma lucha”. Si yo hubiese sido ella habría pensado “sí, pero yo en el campo y tú en tribuna, cabrón”.

¿Alguien ha pensado en el negocio que ha supuesto esta muerte? No es ridículo que las personas que dan lo que les sobra a las ONG pidan préstamos para ver a un cadáver.

Mi vecina es una beata, ayuda a los pobres con sus manos en la parroquia. Ella no tiene dinero para ir a ver al Papa. No despilfarra dinero en ayuda, es cierto, tiene que ayudarse a sí misma, pero hace lo que puede desde su humildad. Yo no hago ni la mitad de eso, no soy una santa. Pero al menos no soy una hipócrita como muchos millones de personas.

viernes, abril 08, 2005

Ser o no ser

Casi a punto de irme a dormir, encuentro una cita humorística que, una vez parafraseada, me hace reflexionar y sonreir al mismo tiempo:

Estaría bien uno de esos libros de Elige tu propia aventura sobre Hamlet: «Para SER, pasa a la página 42».


Toda la vida dejándome la piel para intentar llegar a ser la versión de mí mismo que me gustaría, y una broma tonta me descubre que el verdadero camino estaba ahí al lado, junto a la respuesta sobre el sentido de la vida, el universo, y todo. Qué bella ironía.

jueves, abril 07, 2005

Mad about you

Apenas se conocían y, sin embargo, se amaban tan intensamente que no podrían vivir el resto de su vida sin pensar el uno en el otro. Tan grande era su amor como las barreras que les impedían estar juntos. Desquiciados por la sinrazón de su vida separados, cayeron en la más profunda locura.

Ella estaba en una habitación cuadrada, pequeña y austera. Tenía una puerta metálica que se abría de tanto en tanto; éste fue uno de esos momentos. Una voz de mujer dijo: "Es la hora del paseo y la medicación".

Caminaba por el pasillo estrecho e infinito junto con la mujer de bata blanca. Cuando se cruzaron, él la miró a los ojos y le dijo: "buenos días, mi amor". Los dos continuaron andando con sus respectivas acompañantes pero con el gesto cambiado en sus caras; era una de esas expresiones que sólo podría descrifrar un loco, un loco de amor.